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Un pequeñísimo grano de arena llamado tierra
No existe indicación en el cielo que permita a cualquier observador descubrir
su lejanía. Los niños aceptan la fantasía de que ``la vaca saltó
sobre la Luna'' o que ``saltó tan alto que tocó el cielo''.
Cien años a.C., el astrónomo griego Posidonio de Apamea repitió el
experimento y llegó a obtener un valor para la circunferencia de la Tierra de
casi 29.000 km (poco más de la mitad del anteriormente hallado), valor que
lamentablemente aceptó Ptolomeo, considerándolo válido en tiempos
medievales.
Los astrónomos, desde Hiparco hasta Claudio Ptolomeo, emitieron distintas hipótesis respecto de los movimientos celestes, pero siempre con una Tierra inmóvil en el centro del Universo, con una Luna a 384.000 km de la Tierra, y otros cuerpos más lejanos a distancias indeterminadas. Esto fue así hasta que en 1543 (mitad del s. XVI) Nicolás Copérnico publicara su libro, poniendo en vigencia el punto de vista de Aristarco: el Sol es el centro del Sistema Solar, aunque esta deducción no ayudaba por sí misma para hallar la distancia a los planetas. Copérnico utilizó el valor griego de la distancia Tierra-Luna, pero no tenía idea de la distancia al Sol. En el año 1650, el astrónomo belga Godefroy Wendelin repitió el experimento de Aristarco con instrumentos más exactos, concluyendo que el Sol se encontraba a una distancia 240 veces más lejos que la Luna (97.000.000 km). Aún siendo un valor pequeño era más correcto. Anteriormente, en 1609, el astrónomo alemán Johannes Kepler describió que las órbitas de los planetas eran elípticas y no circulares como se pensaba hasta ese momento. Esto permitió que por primera vez se podría calcular con precisión órbitas planetarias y trazar un mapa a escala del Sistema Solar, es decir, se podía representar distancias relativas y las formas de las órbitas de todos los cuerpos conocidos (ver fig. 2). Por lo tanto, si era posible determinar la distancia (en kilómetros) entre dos cuerpos del Sistema Solar, también se podrían hallar otras distancias y, por consiguiente, no se necesitaba determinar la distancia al Sol en forma directa, como lo habían hecho Aristarco y Wendelin, sino hallar la distancia de los cuerpos más próximos (como Marte y Venus) fuera del sistema Tierra-Luna. Figura 2: El sistema solar, dibujado de forma esquemática, con indicación sobre la jerarquía de los planetas, según su tamaño relativo.
Un método para hallar distancias cósmicas necesita usar lo que se denomina
paralaje, concepto bastante sencillo de explicar. Un objeto se desplaza de su
posición respecto al fondo y al ojo con que se mire porque se modifica el
punto de vista. Cuanto más lejano está el objeto, existe también un menor
desplazamiento sobre el fondo. Con la magnitud del desplazamiento en cada caso
se puede hallar la distancia al objeto. A distancias mucho mayores, el
desplazamiento es demasiado pequeño como para medirlo, por lo tanto se
necesita una línea de referencia más amplia que la distancia entre los
ojos. Todo lo que se tiene que hacer para ampliar el cambio en el punto de
vista es mirar al objeto desde un lugar dado, luego moverlo cierta distancia a
la derecha y volver a mirarlo, y la paralaje será lo suficientemente grande
como para medirla fácilmente y hallar la distancia al objeto. Los
agrimensores usan este método para hallar la distancia a través de una
corriente de agua o un barranco.
1' = 1/(360*60) = 1/21.600 de la circunferencia celeste, y 1'' = 1/(21.600*60)=1/1.296.000 de la circunferencia celeste. Por Trigonometría, Claudio Ptolomeo pudo medir la distancia que separa a la Tierra de la Luna por su paralaje, obteniendo un valor acorde al de Hiparco. Dedujo que la paralaje geocéntrica de la Luna era de 57' (casi 1o), siendo el desplazamiento casi igual al espesor de una moneda de 10 centavos vista a una distancia de 1,5 m!, lo cual es fácil de medir hasta a simple vista. Pero al medir la paralaje del Sol o la de otros planetas los ángulos resultaban muy pequeños, deduciéndose que los otros cuerpos celestes estarían mucho más lejos que la Luna, aunque nadie sabía cuánto. Unicamente con Trigonometría no se podía solucionar esto, pese al impulso dado por los árabes en la Edad Media y los matemáticos europeos en el siglo XVI. Fue sólo gracias al invento del telescopio creado por Galileo en 1609, luego de enterarse que existía un tubo amplificador construido meses antes por un holandés fabricante de lentes, se pudo medir ángulos de paralaje pequeños. En el año 1673, un astrónomo francés de origen italiano llamado Jean-Dominique Cassini midió la paralaje de Marte. Al mismo tiempo, el astrónomo francés Jean Richer en Guinea francesa hizo la misma observación, para hallar la posición de Marte respecto a las estrellas. Combinando ambas mediciones, Cassini halló la paralaje y calculó la escala del sistema solar, obteniendo 136 millones de kilómetros para la distancia Sol-Tierra (7% menor que la hallada posteriormente!). Desde entonces se midieron cada vez con mayor exactitud distintas paralajes del Sistema Solar. En 1931 hubo un Proyecto Internacional para medir la paralaje de un pequeño planetoide llamado Eros, el más cercano a la Tierra (salvo la Luna). Las paralajes grandes se midieron cada vez con notable precisión, hallándose la escala del Sistema Solar con mayor exactitud. Con estos cálculos y métodos más exactos que el de paralaje, se halló que la distancia Sol-Tierra es de 150.000.000 km, lo cual se denominó unidad astronómica (UA) (aplicada a otras distancias del Sistema Solar), la cual varía más o menos pues la órbita de la Tierra es elíptica. Por ejemplo, Saturno parece hallarse (término medio) a 1.427.000.000 km o 6,15 UA. A medida que se descubrieron planetas más lejanos (Urano, Neptuno y Plutón), aumentaba el límite del Sistema Solar. El diámetro extremo de la órbita de Plutón es de 11.745 Mkm (millones de kilómetros) o 120 UA. Se conocen cometas que se alejan a mayor distancia del Sol.
Desde 1830 se sabía que el Sistema Solar se extendía miles de millones de kilómetros en el espacio, aunque, por supuesto, éste no era el tamaño total del Universo, pues aún faltaba considerar a las estrellas. Los astrónomos creían que las estrellas estaban diseminadas en el espacio, y que algunas estaban más cerca que otras, lo cual deducían simplemente porque algunas eran más brillantes que otras. Por lo tanto, las estrellas más cercanas tendrían una paralaje distinta al de las más lejanas, pero no pudo obtenerse esta paralaje. Aún tomando como línea de referencia el diámetro completo de la órbita terrestre alrededor del Sol (299 Mkm), observando la estrella desde los extremos opuestos de esta órbita a intervalos de medio año, no se pudo hallar tal paralaje (figura 3). Por lo tanto, aún la estrella más cercana se encontraba a una distancia enorme. Al descubrirse que los telescopios, pese a ser cada vez más perfectos, no mostraban ninguna paralaje, se tuvo que aumentar cada vez más la distancia estimada de las estrellas.
En 1830, el astrónomo alemán Friedrich Wilhelm Bessel usó un aparato recién inventado en esa época denominado heliómetro (medidor del Sol) para medir con mucha precisión el diámetro solar. También se podía usar para medir otras distancias, y Bessel lo usó para medir la distancia entre dos estrellas. Anotando cada mes los cambios producidos en esta distancia, logró finalmente medir la paralaje de una estrella. Para ello, eligió una estrella de la constelación del Cisne (61 del Cisne) porque con los años mostraba un desplazamiento inusualmente grande en su posición, respecto del fondo de las otras estrellas, lo cual sólo indicaría que se hallaba más cerca que las otras (este movimiento constante aunque muy lento se llama movimiento propio, que nada tiene que ver con el desplazamiento hacia delante y atrás respecto del fondo, es decir, con la paralaje). Recién en 1838 Bessel determinó que la paralaje de la 61 del Cisne era de 0,31'' (como el espesor de una moneda de un peso vista a 16 km!), tomando como línea de base el diámetro de la órbita terrestre. Esto significaba que esta estrella estaba alejada de la Tierra unos 103 billones de km!, es decir 9.000 veces el ancho de nuestro Sistema Solar. Por lo tanto, comparado con la distancia que nos separa aún de las estrellas más próximas, nuestro Sistema Solar se empequeñece hasta reducirse a un punto insignificante en el espacio, con lo cual nuestro planeta es menor a una millonésima parte de un grano de arena. por Iris Rosalía Cabassi Imagen de la Tierra tomada por la sonda "Voyager" el 14 de Febrero de 1990 desde una distancia de 6.500 millones de kilómetros! (Link a la NASA)
Para aprender más sobre cálculos de distancias astronómicas leer:
Cómo se mide una distancia astronómica ?
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