Siguió Bélgica, donde Farina gana por 3 segundos sobre Ascari; una sola Alfeta delante. Después, la Ferrari de Villoresi en el tercer puesto y las Talbot de Rosier y Giraud Cabantous.
"Ese día me tocó bailar con la más fea -recordaba Fangio-; paré en los boxes y mis mecánicos necesitaron 14 minutos para sacar la rueda trasera izquierda que se había bloqueado en la estría de la punta de eje. Se desplazaron las estrías de la masa; la potencia hacía que la rueda ejerciera palanca. Como las estrías se juntaban unas con otras, no se podía sacar la rueda. Y hubo que cambiar el neumático con la rueda puesta en el auto".
"Aquel día, la gente habló de mi calma mientras se me escapaba la carrera. A mi no se me escapaba nada; yo había hecho todo bien, sin errores. Creo que una persona tiene que ponerse nerviosa cuando se equivoca. No era mi caso".
"Ya no éramos dueños de la mayor velocidad final. Ferrari nos había alcanzado y, lo que era peor, tenía motores de 4 litros y medio con los que podía recorrer 400 km sin reabastecerse, mientras que nosotros gastábamos casi un litro de mezcla por km, con el 98 por ciento de metanol para ayudar a refrigerar la cámara de combustión".
