Oscar Gálvez es un sinónimo de hazaña
Una temporada con lo mejor del mundo


  • El primer argentino que supo cómo vencer a los europeos
  • Conquistas de Ascari y Farina y el privilegio de una Ferrari de dos litros
  • Fangio se impone en Mar del Plata y le avisa al mundo de sus posibilidades

      A los diez días - cuando todavía no se había asentado el polvo levantado en los caminos de Buenos Aires por tanto coche de carrera con techo -, lo autos de competición de la más moderna tecnología universal comenzaban a girar en el bosque de Palermo, en un dibujo que enfrentaba a Obras Sanitarias.
      El preámbulo fue complicado. Los aficionados tomaban conocimiento de que el Alfa Romeo de Oscar Gálvez no sería de la partida al cortarse el cigüeñal. No había repuestos en el país y traerlos de Europa por aquellos días, demandaba un tiempo que no permitiría alistar el coche.
      Hubo un gesto de Juan Manuel Fangio y Domingo Marimón, nuevos propietarios del Alfa Romeo con el que se había matado Pablo L. Pesatti. Cedieron el elemento que el ingenio del artesano Ricardo Carú podía utilizar para colocar el Alfa 3.8 en pista. Y Oscar pudo correr; la amistad no era un enunciado.
      Las convocatorias para los entrenamientos invitaban a las cinco de la mañana. Tan extraño horario no era impedimento para que más de 70.000 personas se diseminaran por el paseo para ver las evoluciones de los hombres y las máquinas que a partir del miércoles 26 de enero tomaron contacto con el lugar.
      El plantel de corredores extranjeros se incrementaba en calidad y número un año tras otro. A los conocidos Luis Villoresi y Jean-Pierre Wimille se agregaron en 1949, entre otros, el doctor José Farina, el príncipe Bira y Reginald Parnell. Con ellos Gálvez y Fangio, más Clemar Bucci, Pascual Puópolo, Benedicto Campos y Adriano Malusardi.

    La muerte de Wimille

      El drama estallo unos minutos después de las seis de la mañana del viernes 28 de enero de 1949, cuando "el más grande corredor de Europa", según los críticos del Viejo Mundo, se despistó con su pequeña Simca, luego de dejar atrás "la curva de los ombúes".
      El piloto francés Jean-Pierre Wimille había dado un par de vueltas de reconocimiento. Aceleró su paso; testigos calificados, como el titular de la Asociación Argentina de Volantes, Luis Caminatta, aseguraron que la máquina, de escasos 350 kilos, "coleó yendo a unos 140 km/h; las ruedas traseras quedaron en el aire y el coche se despistó hacia su derecha, volcando después de apoyarse en los fardos de pasto del costado exterior".
      La máquina aplastó al corredor; que fue socorrido en un auto particular con el que se lo trasladó al Hospital Fernández, donde falleció al rato. La muerte de Wimille anuló el resultado de la práctica de aquel viernes....

    Ascari, en Palermo

      Benedicto Campos picó mejor y tuvo el honor de completar la primera vuelta adelante del pelotón , entusiasmando a la gente. Alberto Ascari (Maserati 1500) lo desbordó en el segundo giro y únicamente pareció posible que lo alcanzara Villoresi, pero éste entró en trompo en los últimos metros y concluyó atrás de su compatriota. Ascari ganó en 1h 30m 23s 9/10 = 113.016 km/h.
      Mientras Fangio no tuvo problemas mecánicos, fue tercero; perdió sus posibilidades al tener que cambiar una cubierta. Oscar Gálvez, de progresivo perfeccionamiento a medida que conocía más su máquina, terminó tercero con la distancia completa, como los dos italianos.
      Sobre el final, se despistó al fondo de la recta de la avenida Figueroa Alcorta el coche de Campos, en lugar de doblar frente a Obras Sanitarias. embistió r hirió a varios espectadores.

    El histórico triunfo de Oscar

      Para la segunda prueba de la temporada, también en Palermo, Clemar Bucci recibió a último momento un Alfa Romeo 4500, de alrededor de 440HP con una debilidad: el empastamiento de las bujías. Villoresi ganó la clasificación del sábado. el domingo, una lluvia irregular acompaño casi toda la jornada.
      Las autoridades aprovecharon un momento propicio para largar la carrera, después de unas vueltas de reconocimiento. Una curiosidad: se invertía el orden en la colocación de los autos con respecto a la semana anterior. Esta vez, el primero se movía por la derecha.
      Villoresi salió adelante; Ascari le arrebató la plaza en la cuarta vuelta, Fangio se ubico tercero y Villoresi se detenía bruscamente para buscar su box. Para evitarlo, el balcarceño tuvo que hacer una maniobra brusca y su coche entró en trompo. Golpeó contra los fardos y abolló su cola.
      Fue espectacular el avance de Farina, que se adelantó al segundo lugar; anticipándose a Gálvez; el italiano fue puntero en la vuelta número 12. Y volvió la lluvia, más intensa que antes, dificultando la visibilidad de los corredores. En tan difíciles condiciones, Gálvez mantenía su ritmo. Hasta lo mejoraba. "Tomé mucha confianza al ver que ellos se iban quedando uno tras otro", dijo.
      En medio del entusiasmo de los aficionados, Ascari no podía escaparse del argentino. El Alfa achicaba las diferencias hasta que en la vuelta 26 las dos máquinas avanzaron casi juntas, generando un espectacular momento.
      Enseguida, Gálvez superó a Ascari y el lugar se conmovió. En esto tenían que ver dos cosas: los kilos del Alfa para afirmarse mejor y la inestabilidad de la Maserati, que poco después perdió una parte del escape hasta que en la rotonda de Dorrego experimentó un principio de incendio, sofocado por los bomberos.
      Gálvez tuvo dificultades imprevistas para terminar la carrera en triunfo (1h 31m 4s = 96.160 km/h) porque la gente, pese a la intensidad de la lluvia, se echó a la pista. La multitud quería saludarlo. La victoria era de todos. La gloria se desinteresó de la lluvia. Fue una fiesta. Un día inolvidable.
      Así se concretó aquel 6 de febrero la primera victoria le un piloto argentino frente a los corredores extranjeros. Fangio llegó segundo; el balcarceño había ganado antes la prueba de mecánica nacional, en la que el despiste del coche de Juan P. Tamborini creó zozobra que afortunadamente no pasó de un susto. El coche se partió en dos, después de golpear contra una columna.

    En Rosario, Farina

      El Parque Independencia, de Rosario, recibió a los hombres y a las máquinas para la tercer carrera. En el turno selectivo dominaron los extranjeros Villoresi, Farina y Ascari, quienes ocuparon la primera línea de largada de la carrera, junto con Gálvez.
      Otra vez la lluvia constante y fastidiosa sobre una multitud que vivía cada detalle para siempre. Hubo un desagradable accidente en la primera vuelta, al chocar las máquinas de Fangio, Bucci y Malusardi. Farina ocupó la delantera con su Ferrari perseguido por el británico Parnell, que estaba muy acostumbrado a correr bajo la lluvia, pero el italiano resultó inalcanzable (1h 48m 18s 8/10 = 77.8 km/h).
      La carrera fue dominada por la monotonía - comentaban los especialistas - y atrás del italiano y de Parnell se colocaron Ascari y Villoresi. Campos, quinto, fue el argentino mejor ubicado. Antes que el uruguayo Eitel Cantoni.
      El triunfo de Ferrari, cronológicamente fue el segundo que la nueva casa italiana conseguía en el mundo. Antes, y con el mismo piloto, únicamente había ganado en Garda, Italia, el 24 de octubre de 1948, cuando de 15 autos participantes sólo cuatro eran reconocidos como "de fórmula 1".

    Primer triunfo de Fangio

      La muerte de Adriano Malusardi en la clasificación del sábado 25 manejando otra vez el Alfa P.2, enlutó la víspera de la última carrera, en Mar del Plata. Otra vez una multitud acudió al circuito. Según contaba "Pancho" Borgonovo, Malusardi - cuyo coche tras el vuelco, se incendio con el piloto en su interior - no estaba en condiciones ideales para correr, solicitándole su propia esposa, desesperada, que él (Borgonovo) le impidiera tomar parte en la carrera.
      Elm socorro fue tardío e inútil, la tragedia del sábado ensombreció la perspectiva de la última carrera de la temporada, que mostró novedades. Andrés Fernández se subió a la Maserati 1500cc doble compresor ex Ruggieri, e Italo Bizio presentó remozado su Alfa, con un nuevo motor de tres litros.
      Fangio salió en forma impecable. Al ubicarse en la primera posición el público se entusiasmó; Ascari forzó el paso para superar al argentino y durante 15 vueltas hizo lo imposible para alcanzar su objetivo. No pudo. Lo reemplazó Villoresi, que a su vez paró en la vuelta 22 para retirarse en el siguiente circuito "por rotura de un disco de frenos", dañado en la demanda.
      Ascari, que había quedado tercero, volvió al segundo lugar hasta que se retiró definitivamente y otro tanto aconteció con Farina, que forzó su máquina. Fangio ganó en 1h 16m 31s 3/10 = 110.536 km/h, seguido del príncipe Bira y de Oscar Gálvez. Fue la primera victoria del balcarceño con esta clase de máquinas.
      La carrera de Mar del Plata fue un digno cierre. Mostró muchos progresos Benedicto Campos; fue la mejor carrera de Bira; lamentablemente, en un despiste de Cantoni se registró la muerte de un espectador.
      Los coches Sport enriquecieron la jornada. Ganó Ángel Marochi.


    Publicado en Historia Deportiva del Automovilismo Argentino, Nro. 31, editada por La Nación