[Alumnos] A 13 años de la Masacre de Avellaneda: actividad el próximo lunes
INTI Agrupación Estudiantil
inti.obser en gmail.com
Vie Jun 26 13:25:58 ART 2015
El 26 de junio de 2002, agentes de la policía bonaerense masacraron en
Avellaneda a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, jóvenes de 21 y 22 años
integrantes de movimientos de desocupados que habían intentado cortar el
Puente Pueyrredon en demanda de trabajo.
Más de 400 efectivos de cuatro fuerzas de represión interior participaron
del operativo del 26 de junio en Avellaneda. Lo hicieron uniformados o de
civil, dejando constancia oficial o sin que quedara registro. Convocaron
incluso a personal retirado que actuó como paramilitar. Al menos dos grupos
de agentes se conformaron en forma ilegal como “grupos de tareas” con el
objetivo de dar muerte a los manifestantes, a quienes persiguieron a los
balazos de goma y plomo por más de 15 cuadras a la redonda del puente,
dejando 33 heridos, 160 detenidos (de los cuales 43 eran menores de edad y
52 mujeres, siete de ellas embarazadas) y 2 muertes que nos marcaron para
siempre.
En el marco de la crisis económica de 2001, varias organizaciones planearon
una movilización masiva para el 26 de junio de 2002, cuyas consignas eran:
aumento general del salario, una duplicación en el monto de los subsidios
para los desocupados, más alimentos para los comedores populares y
solidaridad con la fábrica ceramista Zanón
<https://es.wikipedia.org/wiki/Zan%C3%B3n>, ante el peligro de ser
desalojada. Cuando la columna de manifestantes llegó al puente, ya se
encontraba en el lugar un fuerte operativo de las fuerzas de Seguridad.
La seguridad en las marchas y piquetes se había convertido en algo muy
importante para los movimientos, en especial desde la asunción de Duhalde
el 1 de enero de 2002 y el asesinato de Javier Barrionuevo durante un
piquete en Esteban Echeverría, el 6 de febrero de 2002. Era la primera vez
que Maxi participaba de una situación así, de represión y resistencia, pero
no retrocedió, puso el cuerpo, y cuando lo hirieron de muerte, un compañero
lo cargó para llevarlo a la estación buscando refugio. Darío, quien a sus
21 años ya llevaba dos años y medio de militancia junto a desocupados, se
encontró con un Maxi herido, moribundo en el suelo dentro de la estación
Avellaneda. Se arrimó a socorrerlo cuando de pronto ingresaron sus
asesinos. Darío corrió por su vida y fue fusilado por la espalda.
Darío agarrando la mano de Maxi, desconocido para él, y luego corriendo, la
policía moviendo a Darío para que terminara de desangrarse, su organización
para limpiar la escena y juntar los cartuchos fue registrado por al menos
dos fotógrafos.
Durante los días 17, 18 y 19 de junio, el presidente Duhalde impulsó la
realización de cinco reuniones con la participación de miembros del
gabinete, de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, de los servicios de
Inteligencia del Estado y del gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
En esas reuniones instruyó a todos los organismos y funcionarios
involucrados acerca de la decisión política adoptada respecto a la
represión del conflicto social: molesto con la imagen de “gobierno débil”
que el FMI esgrimía para esquivar la firma de un nuevo acuerdo largamente
esperado, el gobierno decidió asumir la represión aleccionadora que el
poder económico y su propia estructura política le demandaban, y una vez
hecho el golpe a los sectores más movilizados y dinámicos, el esquema
consistía entonces en consolidar un Estado capaz de mostrar orden y control
sobre la protesta social a los organismos internacionales. Se sentaron
entonces las bases para la planificación, justificación y puesta en marcha
del plan integral en torno a la Masacre de Avellaneda, un claro acto
político, del cual se culpabilizó una vez más solo a quienes apretaron el
gatillo, pero siguen impunes y gobernando todos los autores intelectuales:
Eduardo Duhalde, Carlos Soria, Aníbal Fernandez, Felipe Solá, Alfredo
Atanasoff, Juan José Alvarez y Alfredo Francchiotti, José Genoud, Acosta,
la PFA, la Bonaerense, Prefectura y todo el aparato represor, Jorge Matzkin
y Oscar Rodriguez.
La vida de Darío y Maxi son la historia de toda una generación, contar su
historia es contar a la vez la de sus compañeros de ruta, otres jóvenes del
suburbio y sus esfuerzos por trascender las limitaciones y el porvenir
acotado que les imponía su situación económica desfavorable. Desafiaron lo
dado y fueron criminalizados, como Fuentealba y muchos más que día a día
luchan, ponen el cuerpo y gritan *BASTA*, ¡basta de ignorarnos, basta de
pasar por encima de nuestros derechos, basta de injusticias!
*Les invitamos el próximo lunes 29 de junio a las 18:30 hs. en Salón
Meridiano a ver el documental *
*“Darío Santillán: la dignidad rebelde” de Miguel Mirra.*
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