Explicación


Desde que Victoria Ocampo me solicitó esta antología, los meses fueron transcurriendo sin que terminara por decidirme. En parte, por la creciente insatisfacción que siento por todo lo que hago, pero también por las dudas sobre el criterio que debe regir una selección semejante. En fin, he terminado por hacerla. Y cada lector y cada crítico encontrará motivos valederos para reconvenirme. Pero ni ellos ni yo debemos exasperarnos por tan poca cosa: el tiempo se encargará de realizar la verdadera y justa antología, si es que no concluye por perder la obra entera entre montañas de polvo.
Ahora que empiezo a contemplar mi vida retrospectivamente, observo que no he hecho más que rumiar algunas pocas obsesiones, obsesiones que a veces se manifestaron en tentativas racionales, en ensayos sobre el drama del hombre en esta catástrofe universal de nuestra época; y a veces en ambiguas, oscuras y contradictorias fantasías del inconsciente. Con seguridad, si un fragmento de mi obra ha de perdurar será alguno de estos inexplicables delirios. Porque, como dijo Hölderlin, cualquier hombre es un dios cuando sueña, y no es más que un mendigo cuando piensa.


Ernesto Sábato
Santos Lugares, invierno de 1968

Homenaje a Ernesto Guevara.
(En la Universidad de París, a los pocos días de su muerte, en noviembre de 1967.)