Materia Oscura: tal es el nombre con el que se ha designado a todo aquello que los astrónomos no podemos ver ni detectar en forma directa, pero que se hace evidente a través de su atracción gravitatoria sobre otros cuerpos celestes. Identificar a esta entidad omnipresente y misteriosa que se hace sentir en todas partes del Universo se ha convertido en un desafío para la astrofísica moderna. La historia y el presente de esta búsqueda son lo que aquí trataremos. El futuro se abre en una variedad de inquietantes posibilidades, a las que, por ahora, sólo podemos intentar asomarnos.
Newton y la manzanaBuscamos un responsable en hechos de gravedad, y por lo tanto nuestra historia debe comenzar en 1666 con el genial Isaac Newton y su Ley de Gravitación Universal. Ésta enuncia que dos cuerpos cualesquiera se atraen con una fuerza directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa. En simbolos:¿Pero qué pasaría si la Luna orbitara alrededor de un planeta de masa mayor que la de la Tierra? La respuesta nos la puede ilustrar Io, uno de los satélites de Júpiter, que gira alrededor de ese planeta a una distancia muy similar a la que separa a la Luna de nosotros. Io completa su órbita en sólo 42 horas, a una velocidad de 62400 km/h, unas 17 veces más rápido que la Luna. De allí podemos determinar que la masa de Júpiter es 318 veces superior a la de la Tierra. La relación es clara: a mayor masa del cuerpo central, mayor velocidad del satélite. Pero si consideramos otro de los satélites de Júpiter, como Calisto que orbita unas 4 veces y media más lejos que Io, nos encontramos con que su velocidad es de sólo 29400 km/h. Es decir, para el mismo cuerpo central (Júpiter en nuestro ejemplo), a mayor distancia, menor velocidad. Este juego entre distancias y velocidades es el que nos permite, a través de las leyes de Newton, determinar las masas de los objetos celestes. La importancia de esta determinación es fundamental, ya que, por ejemplo, la evolución de una estrella queda determinada desde el instante mismo de su nacimiento por la cantidad de materia que contiene, es decir, por su masa. Y a gran escala, el destino de todo el Universo dependería de cuál es su masa total: un Universo poco denso se expandiría para siempre, mientras que si la masa por unidad de volumen fuera mayor que un valor crítico, podría en algún momento frenar su expansión para, al cabo de miles de millones de años, volver a colapsar en una fantástica implosión. Sólo se trataría entonces de "pesar" el Universo, es decir, medir su masa actual para poder predecir su futuro. Sin embargo, el problema práctico de medir con precisión distancias y velocidades es enorme. Y, como si esto fuera poco, algo está acechando en las tinieblas. |
Probablemente fue el estudio del movimiento orbital de la Luna, más que
la caída de una manzana, lo que le permitió a Newton desarrollar su
teoría de la gravitación universal.
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Sirio B (flecha) fue detectada por su atracción gravitatoria sobre su compañera más brillante mucho antes de ser observada a través del telescopio. |
Bailando en la oscuridadA mediados del siglo XIX surge el primer caso de lo que hoy llamaríamos "materia oscura". El inglés John C. Adams y el francés Urbain Le Verrier, trabajando por separado, notan que el movimiento del planeta Urano no sigue perfectamente las leyes de Newton. Pero en vez de pensar, como otros, que éstas fallaban, supusieron la existencia de un planeta nunca visto hasta entonces, capaz de "perturbar" el movimiento de Urano con su atracción gravitatoria. Calcularon la posición de ese hipotético planeta, y la noche del 23 de septiembre de 1846, el alemán Johann G. Galle junto al entonces estudiante Louis d'Arrest pudieron observarlo con un telescopio en las coordenadas indicadas por Le Verrier. Neptuno, el octavo planeta, era ahora una realidad, pero había sido durante un tiempo una masa invisible cuya presencia sólo se infería debido a su fuerza de gravedad.Para la misma época, Friedrich Bessel nota que Sirio, la estrella más brillante de nuestro cielo nocturno, se mueve siguiendo un camino sinuoso en la bóveda celeste, como si algo tironeara de ella. Recién en 1862, Alvan Clark logra detectar una estrellita compañera de Sirio, 11500 veces más débil que ésta, aunque de masa no mucho menor. Ambas estrellas orbitan una alrededor de la otra, pero si no las observamos con un telescopio lo suficientemente poderoso, Sirio parece bailar un vals con una pareja invisible.
Pero no todos son éxitos. Envalentonado con el descubrimiento de Neptuno,
Le Verrier propone en 1860 la existencia de otro planeta entre el
Sol y Mercurio para explicar las variaciones de la órbita de éste
ultimo. |
Tirando la piedra y escondiendo la manoAunque los ejemplos anteriores nos sirven para caracterizar el problema, es recién en el siglo XX cuando distintas observaciones astronómicas comienzan a sugerir que hay mucha más materia en el Universo de la que podemos detectar directamente.
En 1932, el holandés Jan Oort nota que las estrellas de nuestra
galaxia, la Vía Láctea, se mueven mas rápido de lo que
deberían. Conclusión: la masa "real" de nuestra galaxia sería el doble
de la que estamos viendo. Pocos años después, se obtienen resultados
similares estudiando la rotación de una galaxia vecina,
Messier 31, la gran espiral de Andrómeda.
Claro que en todo esto hay que poner una cuota de prudencia: estamos
hablando de medir con precisión las propiedades de galaxias a millones
de años luz de distancia, tarea nada trivial, aun para los
instrumentos más modernos. Baste pensar que la luz que nos llega de
una galaxia típica no muy distante puede ser unas 10000 veces menos
intensa que la estrella más débil visible a ojo desnudo, y eso tiene
que alcanzar para deducir todas sus propiedades: distancia,
luminosidad, masa, composición química, etc. No es descabellado
entonces pensar que, a pesar de las precauciones que siempre se toman,
podemos estar cometiendo serios errores. Aunque sería mucha mala
suerte que todos los errores se confabularan para hacernos creer que
hay más masa de la que vemos, hay ejemplos
preocupantes. Recientemente, un grupo de científicos del Observatorio
Astronómico de La Plata, liderados por el Dr. Juan C. Forte,
determinaron que la luminosidad de NGC 1399, una galaxia muy
estudiada, es en realidad entre dos y tres veces mayor que lo
normalmente aceptado. Resultados similares en muchas otras galaxias y
cúmulos reducirían sensiblmente la cantidad de materia oscura
necesaria para que cierren las cuentas.
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Curva de rotación típica de una galaxia espiral. Se muestra en rojo la
velocidad en km/s medida en función de la distancia al centro (R) en
kiloparsecs (1 kpc equivale a 3262 años luz). En azul se esquematiza
la velocidad calculada debido a la acción gravitatoria de la masa
visible. Es evidente que al aumentar la distancia al centro de la
galaxia, la velocidad debería disminuir, pero en cambio permanece casi
constante. Esto se explica con la presencia de una gran masa en un halo
de "materia oscura". |
La nebulosa oscura Cabeza de
Caballo, formada por polvo interestelar. Algo que no debe
confundirse con la materia oscura.
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¿Oscura, invisible, escondida o faltante?Como muchos otros términos científicos actuales (gran explosión, supercuerdas, agujeros negros) el nombre de "materia oscura" es llamativo pero puede conducirnos a interpretaciones erróneas si lo tomamos textualmente. Es bien sabido que en nuestra galaxia existen enormes nubes de polvo interestelar, que bloquean la luz de las estrellas formando regiones oscuras. Pero esto no es "materia oscura". De hecho, detectamos al polvo justamente por el modo en que afecta a la luz de las estrellas. Además, si bien el polvo es opaco observado en luz "visible" (con un telescopio óptico, digamos), aparece brillante en imágenes infrarrojas tomadas desde satélites artificiales.
Tampoco hablar de "materia invisible" sería correcto. Por ejemplo, el gas
interestelar (mayormente hidrógeno neutro) es invisible a nuestros ojos (y
a los telescopios ópticos), pero emite ondas de radio detectables con
radiotelescopios. Hoy en día ya no estamos limitados a la estrecha ventana
de la "luz visible". Disponemos de todo tipo de instrumentos, tanto en
tierra como en el espacio, capaces de detectar materia que emita desde
ondas de radio hasta rayos gamma. Así y todo, seguiría faltando masa para
explicar los movimientos de estrellas y galaxias, por lo que el nombre
original de "masa faltante" parecería el más adecuado. |
El Lado Oscuro de la FuerzaEn cuanto a qué es esta materia oscura o faltante, se presentan dos opciones básicamente distintas, aunque no excluyentes entre sí:
La segunda opción involucra un problema adicional. Cuando dejamos atrás las galaxias y cúmulos de galaxias para evaluar globalmente al Universo, las teorías cosmológicas más aceptadas no encajan ni de casualidad con la densidad de materia observada. Intentando arreglar esto, se sugiere que sólo estaríamos viendo, como máximo, el 1% de toda la masa del Universo. De no ser así, no hay forma de explicar las propiedades actuales de éste. Peor aun, sólo una pequeña fracción de toda la masa del Universo estaría en forma de materia ordinaria (estrellas y sus remanentes, gas y polvo, planetas). Para el resto se postulan todo tipo de candidatos: neutrinos, axiones, monopolos, cuerdas cósmicas, racimos de quarks, y una larga lista de entidades exóticas, la mayoría de ellas pobremente conocidas o apenas imaginadas. Por tratarse de materia no convencional, que no absorbe y emite radiación electromagnética (luz, ondas de radio, etc.) como la materia "normal", su detección parece fuera de nuestro alcance por el momento, aunque podríamos acotar los candidatos con mejores teorías de formación y evolución de galaxias. El hecho es que tanto astrofísicos teóricos como observadores parecen converger en una conclusión perturbadora: la mayor parte de la masa del Universo no se puede ver, y, lo que es peor, ni siquiera se sabría de qué está compuesta. Para complicar aun más las cosas, en los últimos años ha resucitado la constante cosmológica, un término que Einstein había agregado a sus ecuaciones y luego desechó, arrepentido, porque no parecía tener ningún sentido físico. Esta constante implica una fuerza repulsiva, de origen desconocido, capaz de acelerar la expansión del Universo (independientemente de cuál es su densidad), y las últimas mediciones de supernovas lejanas parecen justamente indicar una aceleración. Debido a la relación entre energía y masa establecida por la teoría de la relatividad, esta fuerza, ya sea que provenga de la constante cosmológica o de otro origen, jugaría un papel similar al de la materia oscura. Por ello recibe el nombre (tenebroso aunque poco original a esta altura) de "energía oscura". Como vemos, el Universo ha caído en poder de Lord Darth Vader, el personaje siniestro de Star Wars, cuyo nombre, dicho sea de paso, suena muy parecido a dark matter (materia oscura, en inglés). |
Mediante observatorios satelitales de
rayos X se detectan grandes cantidades de gas caliente en algunos
cúmulos de galaxias. Pero esto no resuelve el problema de la masa
faltante; por el contrario, la masa visible es sólo el 10% de la
necesaria para retener al gas con su fuerza de gravedad. O sea, si no
hubiera más materia de la que se ve, el gas no estaría allí. (Esto
podría compararse con lo que ocurre en la Luna: su masa es muy baja
como para retener una atmósfera.)
Visto con un telescopio óptico, el mismo
cúmulo de galaxias muestra arcos producidos por lentes
gravitacionales, otra prueba (independiente de las leyes de
Newton) de que la masa total es mucho mayor que la observada. Estos
arcos son imágenes de galaxias lejanas distorsionadas por la gravedad
del cúmulo, que actúa así como una lente.
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La cruz señala una estrella en la Nube Menor de Magallanes que
en junio de 1998 aumentó de brillo por un evento de microlente
gravitacional, causado por un objeto "oscuro" pasando por la línea
de la visual. El proyecto MACHO (MAssive Compact Halo Object)
se basó en esta técnica para detectar objetos de masa menor a la del
Sol en el halo de nuestra galaxia, invisibles de otro modo. Hasta
ahora la estadística de los objetos detectados por este y otros
proyectos no alcanza para dar cuenta de toda la "masa faltante" de la
Vía Láctea.
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Epílogo: ¿Materia oscura o materia gris?Sin duda arrojar algo de luz sobre el enigma de la materia oscura (y de su nueva cómplice, la energía oscura) es uno de los desafíos científicos más grandes para el siglo que estamos comenzando a transitar. Pero no está para nada claro (no podía ser de otra forma) cómo podrá lograrse esto. Si bien es lógico pensar que las nuevas tecnologías permitirán avanzar en la detección de otras variedades de materia oscura, nadie puede tener la certeza del éxito. Quizás el camino para aclarar este enigma sea continuar estudiando a
las galaxias, cúmulos de galaxias, supernovas y demás objetos celestes, a
fin comprenderlos mejor y determinar si realmente necesitamos tanta
materia oscura como parece. |